sábado, 24 de julio de 2010

La guerra del Coltán, genocidio silencioso


Detrás de la "guerra" mediática de las empresas fabricantes de aparatos electrodomésticos por aumentar su producción de artefactos cada vez más sofisticados, se esconde una cruenta realidad. Nuestro consumo responsable es esencial para lograr un cambio positivo.


La República Democrática del Congo cuenta con el 80% de las reservas mundiales de coltán, mineral indispensable para la fabricación de teléfonos móviles, ordenadores portátiles y otros muchos artefactos domésticos. De esta riqueza emergen problemas como la explotación de niños y mujeres, la deforestación del Parque Nacional Kahuzi-Biega (una reserva de gorilas y otras especies protegidas), la circulación ilegal de dinero en favor de las grandes corporaciones occidentales y de los bandos africanos que luchan por controlar las reservas de este mineral y, finalmente, la muerte de más de 5 millones de personas y el desplazamiento de miles de refugiados a países vecinos durante estos últimos diez años.
Aunque la Gran Guerra de África -más conocida como Guerra del Coltán- haya formalmente finalizado en el año 2003 cuando un gobierno de transición tomó riendas del poder congolés, la lucha aún continúa. La mayor parte del Congo se encuentra bajo una guerra civil que involucra a milicias de países vecinos como Uganda y Ruanda, las cuales obtienen millonarios beneficios con el contrabando del coltán. Grandes corporaciones de telefonía móvil, por ejemplo, no tienen reparo en comprar coltán de la zona, y algunos países como EE.UU. apoyan el conflicto con la venta de armas. Ya en 1994 la administración Clinton impidió el envío de tropas de la ONU para evitar el genocidio de Ruanda, lo cual fue decisivo para inestabilizar toda la región.
Algunos autores afirman que los habitantes de la zona, en su mayoría agricultores, viven bajo amenaza constante por parte de los bandos en conflicto, por lo que millares de ellos se han visto obligados a dedicarse a la extracción del coltán para salvar sus vidas y la de sus familias.


Muy lejos y enajenados de esta realidad, muchas personas contagiadas por la manía de tirar y comprar nuevo, olvidan que son víctimas del marketing que les ciega, hasta el punto de hacerles creer que es necesario reemplazar sus artefactos electrodomésticos por otros más modernos, o el teléfono móvil por uno que tenga cámara fotográfica, MP3 o acceso a internet, cuando nada de esto es en realidad necesario. Por la fiebre de "modernizarse" se sustituye sin necesidad muchos aparatos, sin ser conscientes de que se está beneficiando a multinacionales de dudosa moralidad, contrabandistas e industria armamentística, mientras millones de personas son víctimas de esta contienda.


Con nuestro pequeño granito de arena podemos ayudar a poner fin a este problema. ¿De qué forma? No tirando y comprando "porque sí" y divulgando esta información a quien la desconozca. No subestimemos nuestro pequeño aporte porque la unión de nuestras voluntades puede cambiar el rumbo de un camino que creíamos inamovible. El marketing y la publicidad es el fuego de las empresas que sólo van detrás del dinero, y nuestro conocimiento y consumo responsable es el agua que aplaca el ardor de los problemas humanos que ruedan por el mundo.


(Texto: Gamana. Publicado en el nº 2 de la revista Gamana, noviembre-diciembre 2008.)


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