viernes, 18 de marzo de 2011

Valencia en Fallas: ciudad sin ley.

En Fallas me indigna el comportamiento incívico, e incluso vandálico, de muchxs de lxs valencianxs amantes de esta fiesta durante estos días. Pero, sobre todo, me causa impotencia y rabia la actitud prepotente de la mayoría de las comisiones falleras con el beneplácito del ayuntamiento de Rita. No en vano, las denominan el cuarto poder de la sociedad valenciana.

Prepotencia
Empiezo la larga lista de ejemplos de incivismo de muchxs fallerxs que se creen que la ciudad es suya sin importar las molestias que pueden ocasionar al resto de vecinos:
En Valencia se empieza a cortar las calles 10 días antes del comienzo oficial de la semana fallera, que es el 15 de marzo. Se cortan para que los señoritos de estas comisiones falleras monten sus carpas (que me parecen totalmente innecesarias cuando ya disponen de “casales”, es decir, locales en plantas bajas destinados para la actividad fallera), sus verbenas y todo su sarao.  En total se cierran más de 400 calles en la ciudad (según la Confederación Valenciana de la Pequeña y Mediana Empresa -PYMEV- "las medidas abusivas" de las comisiones falleras "respecto al cierre de calles una semana antes de la plantà de monumentos e inicio de las fiestas" provoca pérdidas del 20%" en los comercios y pequeñas empresas). Realmente las carpas son clubes privados y para acceder a ellas es necesario la invitación de la comisión fallera.
Además del cierre de calles lxs fallerxs ocupan espacios públicos sin dar ninguna oportunidad para que el resto de la ciudadanía pueda acceder a esos espacios: plazas, parques,… ¡incluso carriles-bici!
También instalan altavoces en las calles que no paran de disparar decibelios casi las 24 horas del día. Amén de las verbenas en cada barrio que acaban a las cuatro de la madrugada. Y les importa un comino que el resto del vecindario no pueda pegar ojo y tenga que madrugar al día siguiente.

martes, 8 de marzo de 2011

8 de marzo: estoy harta

En este día de hoy, 8 de marzo, tendría que sentirme orgullosa como mujer por tener la oportunidad de tomar la calle con nuestras voces y nuestros cuerpos. De poder gritarle al heteropatriarcado neoliberal que estamos hartas:
hartas de los femicidios en el mundo;
hartas de las violaciones masivas a mujeres y niñas;
hartas de que este sistema decida por nosotras;
hartas de que en las crisis económicas seamos nosotras las más afectadas;
hartas del trabajo precario;
hartas de que algunas de las mujeres que han conseguido un status o un puesto laboral importante reproduzcan todos los comportamientos patriarcales;
hartas de la discriminación a mujeres de otras etnias y culturas;
de la criminalización a las mujeres migrantes y/o sin papeles;
del odio hacia las mujeres transexuales y hacia las lesbianas;
del acoso sexual en el trabajo (en caso de que lo tengamos); 
de que nos ignoren en todos los aspectos por tener más de 60 años;
de que en la mayoría de las consultas ginecológicas nos traten con desprecio y no nos den ninguna información;
de que el médico nos  diga que “tienes depresión” y no reconozca tu fibromialgia;
de que nos excluyan en la toma de decisiones, sea en el trabajo, en una asociación mixta o en la familia;
de que tengamos que ser delgadas y usar cremas antiarrugas para encajar en el cánon de “feminidad”;
y de que, por no encajar en estos mismos parámetros, nos miren mal;
de que nuestra pareja nos controle cada vez que queramos decidir o hacer algo por nuestra cuenta;
de que el cerdo baboso de turno nos diga alguna grosería por la calle o nos toque el culo en el autobús;
de que seamos nosotras las criminales por defendernos de un agresor;
de que por ser madre soltera no tengamos derechos a  recibir ayudas;
de que, por ser jubiladas y estar solas, el cabrón del dueño o la inmobiliaria nos haga mobbing para tirarnos del piso donde hemos vivido toda nuestra vida;
de que después de trabajar o buscar trabajo durante todo el día lleguemos a casa y tengamos que hacerle la cena al marido y a lxs hijxs;
de que cuando, nos acostamos agotadas al final del día, nos llame nuestro hermano para decirnos que no puede ir a cuidar esta noche a “los papás” porque él mañana tiene que madrugar para ir al trabajo y tenemos que cuidarlxs nosotras.
Estamos hartas de sentirnos una mierda en esta sociedad.

Y digo que tendría que estar orgullosa de poder gritar todo esta rabia acumulada porque cuando llega la hora y acudo a la manifestación, de pronto, siento como si acudiera a la típica  celebración de boda o comunión, donde muchas se reencuentran después de la anterior manifa y se cuentan lo monísimas que estamos y el frío que hace esa tarde. 
Y pienso, estoy harta también de esto.

En fin, qué triste…