martes, 17 de agosto de 2010

La realidad de género no es binaria

Llevaba algún tiempo sin actualizar este blog, así que he decidido hacerlo con un tema que, para mí, es fundamental. Se trata del género (en posteriores entradas trataré también los temas sobre sexualidades e identidades).
La mayoría de las personas que viven en esta sociedad occidental jamás se han planteado que lo que denominamos "Mujer" y "Hombre" son meras construcciones.
Voy a explicarlo en esta entrada con un lenguaje sencillo, de manera que resulte comprensible para quienes nunca hayan oído hablar del "discurso no binarista de los géneros".


El sistema clásico de pensamiento nos ha enseñado que existen dos géneros: “hombres” y “mujeres”.
Estas etiquetas nos las ponen nada más nacer, en función de si tenemos coño o polla.

Hay que discernir entre sexo y género.
El sexo (el gonadal, cromosómico, genital y hormonal) es biológico (aunque este es un tema muy cuestionable que trataré en otra publicación del blog) y el género es un producto social y NO de la naturaleza que se refiere a los roles, valores, comportamientos y actitudes adjudicándoselos a las personas en función de haber nacido con un sexo u otro.
Las personas no nacen hombres o mujeres, sino que se convierten en tales en un proceso de aprendizaje y de socialización.
Así pues, el género es una construcción social (además de una imposición).


Arquetipos femeninos y masculinos
Ahora bien, se deduce que la feminidad y la masculinidad son géneros opuestos. Al arquetipo de la feminidad se le atribuyen conceptos como la dulzura, pasividad, sumisión, etc. Y al de la masculinidad se le asocia con fuerza, control, autoridad, etc.
Esto hace que las señas de identidad femenina se construyan en función del otro género: el varón. (Simone de Beauvoir, "El segundo sexo”)


Por supuesto que estos valores no han nacido de una manera natural ni inocente, sino que vienen elaborándose desde hace siglos por imposiciones culturales, sociales, políticas, religiosas, médicas,… es decir, por puro interés del orden moral patriarcal y heteronormativo. Una manera de crear segmentación social, de crear un sistema opresor en el cual sólo se admiten dos situaciones: dominante y dominado.

Sin embargo, hay que tener en cuenta que la realidad actual es muy distinta: hay infinidad de mujeres cuyo comportamiento entra de lleno a lo que se define comúnmente “masculino” (mujeres fuertes, autoritarias, decididas,…) y muchísimos hombres que se acercan más a actitudes que se consideraban “femeninas” (hombres que lloran, que llevan el cuidado de lxs hijxs,…).

Fuera de la normatividad
En este sistema binarista ocurre también que hay personas que, al nacer, presentan unos genitales ambiguos, es decir, no muestran los genitales “que se esperan o se suponen” (personas intersexuales). Entonces, sin consentimiento de estas criaturas recién nacidas, se les realiza un proceso quirúrgico (dicen que mínimamente invasivo, pero habría que oír la experiencia de las personas intersexuales…) para asignarles uno de los dos sexos normativos.

Afortunadamente, cada vez hay más médicos y padres que dejan la decisión en manos de estas personas intersexuales una vez que llega a su madurez psicológica. Muchxs niñxs que han sido intervenidxs quirúrgicamente, al ser mayores se hicieron otro cambio quirúrgico para ponerse el “sexo contrario” al que eligieron los padres. No se debe arriesgar el funcionamiento sexual futuro de un bebé e incluso la vida, sólo para saber decir si es niño o niña.


Transfeminismo
Durante los dos últimos siglos el feminismo estaba atado al concepto binario de los géneros, al mismo tiempo que luchaban contra él. Pero en aquellos tiempos de la lucha esta actitud era comprensible ya que era necesario aunar fuerzas. Más tarde, surgió la noción del patriarcado y la necesidad de emancipación de éste. A su vez, esta lucha feminista removió las conciencias de otras comunidades (lesbianas, gays, transexuales, intersexuales).
Y, ahora desde el transfeminismo, nace el concepto no binarista y no-dominador de los géneros, plural y diverso.
El transfeminismo parte de la realidad social de las mujeres, las lesbianas y las personas trans para cuestionar y deconstruir el sistema sexo-género.


Empezando por deconstruirnos
Como dice Malena Costa : “lo importante es reconocer, percibir, entender los órdenes impuestos, sus consecuencias opresivas y nuestras prácticas reproductoras, haciendo de esa advertencia nuestro punto de partida para la constitución de propuestas liberadoras.” ("Distintas consideraciones sobre el Binarismo Sexo / Género")
Es decir que, desde el momento en que somos conscientes de que la concepción del género entra en un sistema de oposición (en el que, igualmente, entran biología – cultura, sexo – género,…) y con connotaciones de poder, debemos desaprender todo lo que hemos interiorizado a lo largo de nuestra vida y a partir de ahí, crear nuevas propuestas.



Evidentemente, cuestionarse y replantearse el género es algo sumamente transgresor y subversivo. Pero este es uno de los pasos fundamentales que hay que dar si queremos cargarnos este sistema social falocrático.



1 comentarios :

Anónimo dijo...

Enhorabuena por tu blog y tu exposición sobre sexo y género, que me ha parecido muy interesante aunque algunos argumentos no los acabo de procesar.

Ánimo y espero que actualices pronto el blog de nuevo.

Saludos

JMM

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